En el puerto en una plácida tarde

En el puerto en una plácida tarde

Pocas, muy pocas cosas son comparables a pasar una plácida tarde en el puerto. Ya las faenas marineras concluyeron y el puerto está solitario, tranquilo y casi silencioso. Solo se oyen los cantos de las aves que lo pueblan, alguna bocina de un barco rezagado que está llegando a puerto....las pequeñas olas que una barca a remo forman sobre la superficie del agua y que al romper sobre los cascos de los barcos hacen un característico sonido muy musical y cadencioso...el mecerse los barcos pequeños con esas ondulaciones del agua...el olor a mar, a salitre con lo que nuestros sentidos se llenan de extrañas pero agradables sensaciones. Y como colofón, si te quedas un poquito mas y esperas al atardecer, ver como el sol se baña...se sumerge en el agua, es como si el sol quisiera incendiar al agua...el resultado es que todo el puerto se viste de amarillo y en el agua aparecen unos reflejos dorados maravillosos. Yo cada vez que puedo, voy...y a veces incluso me llevo la cámara.