Hasta pronto amigos (Necesito desconectar un tiempo...)

Hasta pronto amigos (Necesito desconectar un tiempo...)

Esta tarde desde la placeta del Abad y a través de la brecha del callejón de las Tomasas la Alhambra se dejaba ver herida por los últimos arreboles del sol, y mientras observaba su luz sobre el torreón del Cubo y la torre del Homenaje me acordé de cuando era niño y acompañaba a mi madre de madrugada a la misa del convento de las monjas de clausura. El último toque de la campana nos sorprendía por el callejón de san Agustín Alto y mi madre apresuraba el paso para llegar a la iglesia antes de que el capellán saliera de la sacristía. Ella se sentaba en los primeros bancos pero yo me quedaba al final junto a la reja de la clausura para mirar disimuladamente a las monjas arrodilladas en la penumbra de su capilla. La misa transcurría lenta y aburrida, hasta que al llegar la Eucaristía una monja abría desde el interior de la reja una ventanita y todo el mundo se agolpaba para ver comulgar a las monjas. La última, una novicia joven, asomaba fugazmente su rostro sereno y bello, y con los labios entreabiertos tomaba dulcemente la sagrada hostia. Las vecinas elucubraban a la salida sobre los motivos de su estancia allí y yo me acordaba de doña Inés, y en mis fantasías de niño me imaginaba escalando las tapias del convento para rescatarla…