Toros de Guisando

Toros de Guisando

Mucho antes de la romanización, entre los siglos IV y I a.C., en plena Edad del Hierro, cuando la Península Ibérica estaba poblada por los “vettones” asentados en lo que actualmente conocemos como las provincias de Badajoz, Cáceres, Salamanca y Avila, se erigieron los cuatro Toros de Guisando.

Fueron realizadas, estas esculturas, en bloques de granito de más de dos metros y medio de largo, y fueron colocadas en la margen izquierda del arroyo Tórtolas, alineadas mirando hacia el atardecer y al cerro del que toman su nombre.

Como anécdota histórica de este emblemático lugar, decir que fue testigo del Tratado y Jura de los Toros de Guisando, en 1.468, en los que Enrique IV proclamó heredera del reino de Castilla a su hermana Isabel La Católica, en detrimento de su hija Juana “La Beltraneja”.

En ese año, Isabel la Católica llegaba a este extraño paraje donde no tenía la seguridad que su hermano cumpliera su parte o si su vida correría riesgo. Enrique firmó un pacto, que aún hoy se conserva, pero a su muerte Juana “La Beltraneja” apoyada por su tío Alfonso V de Portugal, se levantó en armas contra los Reyes Católicos. La batalla de Toro sellaría la suerte de Juana y la derrota de su ejército se celebró con la construcción del Monasterio toledano de San Juan de los Reyes.