Tejados del Albaycín

Tejados del Albaycín

La especial conformación de los tejados de mi barrio nos permitía a mis amigos y a mí recorrerlos hasta llegar bastante lejos de mi casa. Saltando desde la terraza nos íbamos en busca de huertos y patios fascinantes reptando entre los jaramagos que poblaban los tejados. Desde aquellas alturas el paisaje era más amplio y novedoso, aunque había que procurar que nadie nos viera. Una tarde una vecina avisó a mi madre y cuando volvimos de nuestra escapada nos estaba esperando en la terraza con una zapatilla en la mano. Mi madre tenía una habilidad pasmosa para manejar la zapatilla. Eran más rápidas sus manos repartiendo estopa que nuestras neuronas ordenando que corriéramos. Mientras nos calentaba las carnes con una tanda de zapatillazos bajábamos los escalones en tromba y apelotonados en una compacta melé hasta la cuesta y nos perdíamos por los callejones hasta llegar al refugio protector de la placeta de Aliatar…